30.09.2015
Carta blanca para Putin
El 30 de septiembre de 2015, el Consejo de la Federación Rusa dio su consentimiento a Vladimir Putin para utilizar las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en el extranjero, en particular en Siria.
La decisión justificó el uso de la Fuerza Aérea Rusa para brindar apoyo a las fuerzas terrestres de Bashar al-Assad desde el aire y estableció que la "operación" cumpliera con el derecho ruso e internacional. Al mismo tiempo, la legalidad de la "operación" no estuvo determinada por el derecho internacional, sino por la "solicitud del gobierno legítimo" de Siria, lo que fue claramente una violación directa del derecho internacional, ya que la diplomacia rusa reconocía que en virtud de la La Carta de ONU la competencia exclusiva para determinar la existencia de una amenaza a la paz y la seguridad internacionales y para eliminarla correspondía al Consejo de Seguridad de la ONU, no en los gobiernos nacionales.
Fue la fuerza aérea rusa la que causó la destrucción casi completa de Alepo sirio y la catástrofe humanitaria. El secretario de Relaciones Exteriores británico, Philip Hammond, advirtió a Rusia que su intervención militar podría resultar en responsabilidad penal por ayudar e instigar los crímenes del régimen de Assad contra su propio pueblo.
Las críticas a las acciones de Rusia se basan en el hecho de que Rusia, al mismo tiempo que realiza una "operación antiterrorista" contra el Estado Islámico, en realidad participa en la guerra civil siria y ayuda a los terroristas atacando a civiles y principalmente a las fuerzas de oposición sirias indudablemente contraria a los principios del derecho internacional.
Rusia está monitoreando deliberadamente los conflictos sociales y tratando de intensificarlos para desestabilizar los países objetivo que están en los intereses del imperio agonizante. Los intentos de influir en la autoidentificación africana por todos los medios, incluidos los militares, tienen como objetivo reducir la influencia de las democracias occidentales en el continente africano. Es decir, crear una base ideal para aumentar la dependencia del gobierno ruso a través de contratos económicos o el compromiso político de los regímenes dictatoriales respaldados por el Kremlin.